Hace diez años dentro de Nanatsu no Taizai, mientras el Reino de Liones sufría un golpe de Estado, Meliodas, el capitán de los Siete Pecados Capitales, apareció cerca de Camelot. En este tiempo, vendió su Tesoro Sagrado, Lostvayne, y poco después, una espada misteriosa quedó clavada en una roca dentro del reino, un desafío que ningún Caballero Sagrado pudo superar. Sin embargo, un joven llamado Arthur Pendragon logró sacar la espada, lo que lo convirtió en el Rey de Camelot, una nueva nación ubicada al sur de Britannia.

A lo largo de la serie, Camelot adquiere una relevancia fundamental. Se establece como una ciudad-estado que se convierte en un punto de apoyo importante para varios personajes clave, incluyendo al propio Arthur y a Merlin. La ciudad experimenta un periodo de reconstrucción, especialmente después de los eventos trágicos que se desarrollan a lo largo de la historia. Así pues, en el siguiente artículo exploraremos los detalles más interesantes acerca de dicho reino, para así descubrir qué sucedió con el Reino de Camelot en Los Siete Pecados Capitales.

El nacimiento y la destrucción de un reino próspero

Camelot

El Reino de Camelot, inicialmente gobernado por Uther Pendragon, es una nación que, en sus primeros días, disfrutaba de la prosperidad gracias a su alianza con el Reino de Liones. Sin embargo, el destino del reino cambia cuando Arthur Pendragon, el hijo de Uther, se convierte en rey tras sacar la espada mágica clavada en una roca, un desafío que ni los más poderosos Caballeros Sagrados pudieron superar. Este acto le otorga a Arthur el trono y marca el comienzo de una nueva era para Camelot.

Bajo su liderazgo, Arthur se enfrenta a grandes amenazas, como el gigante Albion, despertado por el regreso de los Diez Mandamientos. A pesar de sus esfuerzos heroicos, Camelot cae cuando Zeldris y el Clan Demonio toman el control del reino durante la invasión de Britannia. La caída de Camelot se convierte en un símbolo de la lucha por la supervivencia contra las fuerzas oscuras, y su destino se entrelaza con la guerra que enfrenta al Reino de los Humanos con el poder demoníaco.

Durante la Guerra Santa, Camelot es destruido en las batallas entre los Siete Pecados Capitales, los Cuatro Arcángeles y Zeldris, el Demonio Original. Tras la derrota del Rey Demonio, Merlin lleva el cuerpo de Arthur al Lago Salisbury para revivirlo como el «Rey del Caos». Aunque devastado por la pérdida de su reino, Arthur, con la ayuda de los Siete Pecados Capitales y Elizabeth, encuentra nueva esperanza. Su visión es reconstruir Camelot como un «reino eterno», que se erija como un símbolo de resistencia contra la inevitable destrucción del mundo que Cath Palug predica.

El renacimiento del Reino de Camelot como un pozo de oscuridad

Tras su resurrección como el «Rey del Caos», Arthur Pendragon utilizó el poder del Caos para reconstruir Camelot en una dimensión alterna, con la intención de crear un paraíso donde la humanidad pudiera vivir feliz. Sin embargo, este reino alternativo no tardó en revelar su oscura naturaleza. A medida que Arthur utilizaba el Caos para crear nuevas entidades y paisajes, la realidad de Britannia sufría graves consecuencias. Cada creación en Camelot resultaba en la desaparición de algo valioso en el mundo real: montañas, bosques, lagos e incluso aldeas enteras. Según Meliodas, este proceso conduciría lentamente a la destrucción de todo el mundo.

La dimensión de Camelot, conectada por Agujeros del Caos, es un lugar desmesuradamente fragmentado, donde el poder del Caos cumple todos los deseos y mantiene cualquier creación en existencia perpetua. Esto incluye a los muertos, que parecen revivir en esta dimensión como meras ilusiones. Aunque los habitantes de Camelot viven en una paz aparente, la resurrección de sus seres queridos es solo una ilusión, ya que los muertos no pueden envejecer ni recordar detalles importantes que solo los verdaderos fallecidos sabrían. Además, nunca pueden abandonar Camelot, atrapados en una burbuja creada por los recuerdos y deseos de quienes los han perdido.

El reino también está regido por la estricta ideología de Arthur, quien se opone a la coexistencia entre humanos y otras razas. La entrada a Camelot está protegida por una barrera que impide el paso a todas las razas no humanas, y cualquier ser parcialmente humano puede pasar, siempre que porte una marca especial de Arthur. Los que deseen abandonar Camelot o expresar su descontento son castigados, llevados al Caldero de Annwfyn, donde sufren «reeducación». Así, Camelot se convierte en un reino donde la felicidad es una ilusión y la libertad está severamente restringida.